miércoles, 9 de febrero de 2011

La cita

Me propuse una cita contigo y lo conseguí. Me propuse tenerte y lo hice, ahora sentada a tu lado me dejo embriagar por la apatía de tu aliento y tu estrechez encerrándome en mil paredes iguales de concreto y sin ventanas. 
Sin entender lo que me dices, hablo conmigo, me convenzo de que mi amor es sólo un poema de sensatez medible no deseada. Se aprecia si se viste de cotidiana mentira.
Aquí sentada a tu lado, desperdicio el tiempo irrecuperable sin lamentarme, me obligo a no quejarme a sabiendas de que me costará un precio impagable: mi propio reproche; pero sigo, me mantengo entre los augurios de un fin predecible proveniente de un Don Nadie al que acepte parecerme y que terminó siendo un truco sin secreto. 
El café me sabe amargo, sutura mis labios y endurece mi lengua. Mi paladar se deshace y mi cuerpo lo aborrece. El momento se hace largo y tedioso porque sólo me escucho a mi misma preguntándome qué hago allí, por qué pierdo el tiempo.

1 comentario:

  1. Excelente, sin comentarios al respecto más que por lo visto alguna vivencia personal tal vez... jejeje.

    Good job!

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