La experiencia se ríe en mi cara cual
payaso de mil rostros, la madurez y la mesura sentadas en una mesa
alcoholizadas sin conciencia sólo cuentan anécdotas que al oírlas
parecen absurdas, y se caen, se levantan, hablan, desvarían cosas
que suenan absurdas con la racionalidad drogada hasta los huesos en
la peor de las dimensiones, hablando de incoherencias y riéndose de
mí.
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